La actividad intelectual que se moviliza cuando se trata de comprender un texto, es responsable de que a través de la lectura aprendamos incluso cuando ése no es el propósito que nos mueva a leer.
A leer se aprende y del aprendizaje inicial de la lectura se da un paso para usarla como instrumento para el aprendizaje, es el paso de aprender a leer a leer para aprender. Según sea la relación que se establece en la lectura este paso puede realizarse sin mayores dificultades. Nos referimos a la relación entre el lector y el texto adquirida en el aprendizaje de la lectura.
Hay una concepción de la lectura como conjunto de habilidades, muy presente en la enseñanza usual, que considera que si el alumno lee bien - si puede decodificar el texto- lo comprenderá. Sin embargo es frecuente escuchar en la escuela y aún en la universidad que “los alumnos no entienden lo que leen”, esta frase está implicada en la concepción de la lectura como conjunto de habilidades: si el lector puede decodificar los signos, la comprensión debería aparecer como habilidad agregada.
Por su parte, el enfoque psicolingüístico nos propone que el sentido del texto no está en las palabras u oraciones que componen el mensaje escrito, sino en la mente del autor y en la del lector cuando reconstruye el texto en forma significativa para él. Desde esta concepción el lector utiliza sus conocimientos previos para interactuar con el texto y construir significado.
La interacción entre el lector y el texto se da en función de los elementos del texto que facilitan la comprensión y las características del lector. Éste como sujeto activo en el proceso tiene diferentes intenciones de lectura, aporta sus conocimientos previos, procesa la información que recibe del texto en virtud de estos conocimientos anteriores, formula hipótesis, hace deducciones, interpreta un sentido global del texto y sentidos más localizados, puede resumir esa información. El texto, a su vez, sigue una cierta lógica, que lo hace más o menos comprensible; son claves la coherencia, los procedimientos de cohesión, la estructura textual, el léxico, los tiempos verbales.
En la interacción constante entre el texto y el lector se ponen en marcha procesos mentales que son considerados estrategias de lectura. Actividades del lector que son intencionales, que responden al objetivo de reestructurar la información visual de un modo relacionado con los propios esquemas mentales para poder reconstruir el sentido del texto.
Toda esta actividad mental que el lector realiza mientras lee puede orientarse específicamente al aprendizaje con la intervención del docente. Nos referimos a estrategias de lectura para aprender en forma autónoma que es necesario enseñar.
Las estrategias de lectura para aprender no aparecen espontáneamente sino que se aprenden, en su ausencia el alumno/lector se aproxima al aprendizaje con otro tipo de estrategias como las de repaso de información y memorización que responden a un aprendizaje superficial que no es autónomo ni significativo.
La activación de los esquemas mentales dependen del propósito de lectura ,de las intenciones explícitas del lector respecto al resultado esperado de una situación específica de lectura. Como estas intenciones influyen en la comprensión, las consignas de lectura que los docentes proponen son centrales para orientar hacia la construcción de conocimiento mientras se lee.
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