Cada fin de año vamos haciendo inventarios y balances ¿qué logramos? ¿qué obstáculos tuvimos? ¿cómo superarlos? ¿qué deseamos para el nuevo ciclo?
Uno de mis ejercicios preferidos es responder a la pregunta ¿qué lecturas me inspiraron más? y entonces me recuerdo de niña. En mi barrio de la infancia hay una biblioteca pública "Juan Bautista Alberdi", está en Caseros provincia de Buenos Aires. Cada diciembre entre los 8 y los 17 años caminaba cargada con los libros de texto, los manuales que desde marzo me habían servido para la escuela y ya era tiempo de devolverlos a los estantes de ese hermoso edificio que para mi contenía la felicidad de la lectura. Los canjeaba por otros tantos de ficción que elegía al azar. Tendría 8 años y aquel del lomo gris con letras doradas cuyo título anunciaba una aventura de piratas: Barba Roja y..... ¿Estás segura que esto te interesa? me preguntaba la bibliotecaria sentada frente a su mesa atiborrada de libros, ficheros y carpetas. ¡Todavía no lo sé¡ (qué preguntas tontas hacen a veces los adultos) y así regresaba a mi casa con los nuevos libros en una bolsa imaginando lo que imaginaría después.
Con esos recuerdos y con los mejores deseos imagino que a ningún niño le falte un libro para imaginar y un adulto que al menos le haga preguntas tontas.
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